abril 23, 2013

Identikit del Manager Obsecuente (Primera Entrega)

Imagen cortesìa de Office Microsof

Ante todo debemos ponernos de acuerdo en un postulado básico: los obsecuentes son detestables (1).
Aún aquellos que han hecho de la profesión de alcahuete un culto extremo odian a los alcahuetes. Está claro, el obsecuente queda descolocado ante la competencia; su entrega es absoluta y su estructura de pensamiento no admite otra devolución que la exclusividad.
Ahora bien ¿hay dentro del universo de los obsecuentes tipología más repugnante que la del manager obsecuente? Difícil imaginarlo.

Tratemos de encontrar algunos atributos de ese tipo tan especial de manager del que todos conocemos algún ejemplar. Acompáñeme en el razonamiento, respetadísimo lector (2)…


El Obsecuente Genuino (“Le Pertenezco”)

Varios años atrás había un programa de televisión llamado “Mesa de Noticias”. Allí uno de los personajes, asistente de redacción (Giani Lunadei), usaba esta expresión al referirse al jefe del noticiero (Juan Carlos Meza), a quien en ocasiones le besaba la mano. Explícitamente se vanagloriaba de ser su asistente predilecto, y se imaginaba situaciones de obsecuencia extrema en distintos escenarios, dentro y fuera de la empresa, pongamos por caso él remando en un bote, mientras su jefe está detrás suyo sin hacer esfuerzo.

Este tipo de obsecuencia es enteramente genuina. El tipo no lo hace sólo porque es alcahuete; estaba convencido y adora ponerse en esas situaciones.
Manager por rol, con un poquito de poder, el alcahuete por convicción aprovecha cualquier escena para sucumbir arrastrándose ante su jefe y dejando bajo un manto de vergüenza a todos los integrantes de su equipo.
Incorregible, la obsecuencia está incorporada a su cadena genética y hará gala de ella en cualquier organización, bajo cualquier circunstancia.

Si se encontrara con un manager que aborreciera sus manifestaciones, no se daría cuenta. Es el perro al que se le lanza el palo para alejarlo y vuelve moviendo la cola contento, pensando que uno quiere jugar.

El Obsecuente Sutil

Un poquito más acá en el tiempo, un genial programa del Negro Olmedo nos mostraba otra de las caras del alcahuete. Javier Portales, en su rol de gerente, tenía dos candidatos para adjudicar la sub-gerencia. La secuencia era siempre la misma: llamaba a su oficina a uno de los candidatos (César Bertrand) y le planteaba un problema, diciéndole que si lo resolvía estaría a un paso de la sub-gerencia. Tomemos como ejemplo, que necesitaba una estufa urgente para su “nidito de amor” (la secretaria-trampa era Silvia Pérez).

El candidato, imposibilitado de conseguir el objeto, salía de la oficina insultando y se encontraba con el segundo postulante (Olmedo), le comentaba la exigencia absurda del gerente y se iba. Al ingresar a la oficina, Olmedo, sin dejar hablar al gerente, le planteaba que necesitaba su ayuda para resolver un problema familiar. Después de varias vueltas el gerente escuchaba… “mi primo me regaló una estufa, pero como estoy haciendo unos arreglos en casa no la puedo tener. Me preguntaba si podría traerla a la oficina sólo por esta noche”. Como diría Berugo Carámbula: “Alcoyana-Alcoyana” (3).

La obsecuencia sutil es de las peores que puede haber, porque quien recibe la dádiva no es consciente, y quien la da no exterioriza la arrastrada.
Caso complejo de analizar, el sutilobsecuente (léase todo junto) teje la telaraña con paciencia y frialdad. Aquí ya no hay genes ni convicciones, hay premeditación y alevosía. Y especialmente cuando el obsecuente es un manager, hay un complejo entramado de estudio previo sobre los gustos y puntos débiles de la víctima. Es un crimen por goteo que se despliega con delicadeza y del que resulta muy difícil percatarse. Todo ocurre con naturalidad, casi sin querer.

Ejemplos que me ha tocado presenciar (4):

a. Manager obsecuente va a la máquina de café y regresa con dos vasitos: capuchino y té al limón. Dirigiéndose a su manager dice “Ricardo, apreté el botón equivocado y saqué un té al limón. No sé si quisieras tomarlo, yo para no tirarlo a la pileta”… claro, usted ya lo puede adivinar, el sutilobsecuente sabía perfectamente que a su manager le gusta esa bebida.

b. Manager obsecuente escucha, fingiendo estar en otra, que su jefe de visita en la oficina, está insultando por lo bajo porque todas las salas están ocupadas y necesita tener una conferencia reservada en veinte minutos. A los tres minutos el sutilobsecuente, que tiene un escritorio relativamente retirado del bullicio, se levanta y le dice a su manager “Octavio, tengo una reunión en el tercero y vuelvo en una hora, te aviso por si te querés mudar acá que hay menos ruido”… una vez más, usted puede intuir que en verdad la reunión no existe, y el sutilobsecuente se va a tener que bancar un rato largo en la cafetería.

La tipificación de la obsecuencia gerencial no es un tema para tratar en una sola entrada. Merece una larga reflexión porque es un asunto delicado y más que ningún otro tema, exige la participación comentada con casos que seguramente todos ustedes tienen a mano (5).

Mañana será otro día, espero que mi jefa combine un poquito la ropa con los zapatos para decirle lo bien que le queda.

(1) Si usted no está de acuerdo, no siga leyendo. Mi situación económica no me permitirá hacer frente al juicio por calumnias e injurias.
(2) En verdad no es que piense que usted es respetable (que lo es), sólo que si me va a hacer juicio, estoy sembrando un atenuante por las dudas.
(3) Por los ejemplos que estoy dando, usted podría pensar que tengo muchos años, pero en verdad no es tanto eso, sino que tengo una excelente memoria de los hechos de mi adolescencia.
(4) Jamás confesaré los nombres de los protagonistas, los cuales fueron cambiados para disminuir la probabilidad de demandas en mi contra (a menos que lleguemos a un acuerdo en el juicio).
(5) En realidad es tarde y estoy cansado, y si ustedes se enganchan con los comentarios, seguramente voy a poder robar ideas para la segunda parte.

8 comentarios:

  1. Ufff, podría contribuir con una lista holgada de nombres propios... pero no lo voy a hacer. Como botón de muestra agrego al "obsecuente me-sumo-en-todas". Se trata de un manager que se anota en todas las iniciativas organizacionales, aún cuando no tengan nada que ver con su día a día. Ejemplo: el manager es el encargado de las finanzas de la organización y se propone para liderar la iniciativa de ISO 9002 de la fábrica de software. Cuando lo logra (porque es insistente), se convierte en un adalid de la causa. Casi diriamos que es un fundamentalista de ISO, aunque jamás haya escuchado de eso antes. Ahora busca "contagiar el entusiasmo" que tiene a toda la organización. Logra rápidamente el odio de sus pares. Busca descollar en el cielo corporativo, cuando no se da cuenta que más que cielo es un barro de chiquero.
    He dicho.
    Salud y siga así,
    el MM

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    1. Amigo MM,
      Gracias por abrir el fuego, como tantas otras veces.
      Como es mi costumbre, rescato algunas expresiones: "botón de muestra" y "barro de chiquero" me parecen muy gráficas.
      Te pediría que recomiendes el artículo a tu manager, pero creo tener alguna leve idea de su personalidad y creo que no le va a gustar.
      Tomo con tu permiso alguna línea para la próxima entrega. Tu obsecuente "me-sumo-en-todas" se parece al prototipo de "manager GPS", al que le decís para dónde tiene que ir, recalcula y va derechito.
      Mis saludos.

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  2. Muy, muy bueno. Y no nos olvidemos del manager "hago asados en mi casa para mi manager y su familia" obsecuente que termina involucrando tanto a su pobre mujer que tiene que fumarse a la mujer del jefe del marido, como a la pobre mujer del jefe, que encima seguro está a dieta o es vegetariana. Y ni hablar si el evento incluye chicos. Hasta un inflable es capaz de contratar (lo he visto con mis propios ojos). Salud. Estocolmo

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    1. Recórcholis Estocolmo,
      Alguien me contó que suele pasar ese tipo de cosas, pero no me tocó vivirlo (caramba, me parece que me perdí unos asados).
      Yo creo que si la cosa surge de onda y la relación es buena (como afortunadamente ha sido con varios de mis managers) está bien compartir un momento fuera de la oficina; ahora si la cosa es sólo para sumar puntos, prefiero hacerlo en base a los resultados que produzco en mi trabajo.
      Ahora que lo pienso, tal vez lo del inflable fue una indirecta "me infló las p..." (léase me infló las pantuflas).
      Gracias como siempre por tu aporte.

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  3. Estimado H&E,
    De mí no encontrará un rival que lo lleve a Tribunales. Todo lo contrario!!
    Me vino bárbaro! Lo leí y se me fue el hambre de la repugnancia que me dio!!!!
    Lo sumo a la causa Kilos Down!
    Saludos y espero más entregas para seguir adelgazando...

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    1. Distinguida Penélope,
      Qué honor tenerla por aquí; ¡yo que estaba enamorado de usted cuando veía los autos locos!
      Me parece que encontré un nuevo currito: el blog adelgazante, competencia digital de Tony Kamo (o como se escriba).
      Espero tenerla de vuelta con el tanque vacío :-)

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  4. Recuerdo un jefe que corrió 10 kilómetros y el obsecuente le hacía preguntas de como entrenaba, que comía, que hacía. Yo que, corrí 42 km, siempre comentaba algo que vió en TV, para descalificarme...
    Saludos
    Percho

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    1. Querido Percho,
      Viejo compañero de ruta maratoniana, celebro tenerte por aquí.
      A esta altura reflexionaba sobre por qué causa cierto rechazo la obsecuencia, y creo que tiene algo que ver con la pérdida de la dignidad.
      Tu comentario me hizo recordar a algo que viví hace unos años. Propuse crear un grupo de running para los empleados de la empresa en la que trabajaba. Otro tomó la idea pero con un ligero cambio de rumbo, enfocándose en sentido contrario, con un director como sponsor.
      Varios de mis colegas, conocedores de mi propuesta, no podían creerlo.
      A correr que se acaba el mundo...

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