Un tipo lleno de problemas le
comenta su situación a un amigo, y éste le dice que lo que le falta es un poco
de suerte, y que él conoce en dónde vive la suerte. Le da la dirección y se
despiden.
Al otro día va el hombre
problemático, golpea la puerta de la casa de la suerte, sale el mayordomo y le
dice que la suerte no puede atenderlo porque está durmiendo.
El hombre le cuenta sus problemas
y aunque el mayordomo lo escucha, le dice que no puede despertar a la suerte.
El hombre persevera en su intento, pero el mayordomo se mantiene inflexible.
Finalmente cuando el hombre le
hace un pedido desesperado, el mayordomo le dice "no insista, señor, la
suerte está echada".